La Jalea Real y otras sustancias de la colmena

La Jalea Real y otras sustancias de la colmena
04/12/2023
La Jalea Real y otras sustancias de la colmena

Los seres humanos han consumido productos de la colmena desde la Antigüedad, pero sus propiedades apenas se han reconocido hace algunas décadas.

La jalea real: Se trata de una sustancia secretada por las glándulas hipofaríngeas y mandibulares de las abejas obreras para alimentar a una abeja en concreto, que se transformará en reina. Este alimento maravilloso otorga a la reina una longevidad 40 veces mayor y una productividad extraordinaria. De hecho, el crecimiento excepcionalmente veloz de la larva de la reina y su extraordinaria longevidad atrajeron, desde muy pronto, la curiosidad de aquellos que la observaban. La clave del enigma reside en una jalea de reflejos nacarados que constituye el único alimento de la reina desde su estado larvario.

También se utiliza para alimentar al resto de las larvas de la colonia, pero únicamente las que están destinadas a ser reinas la consumen durante toda su vida.  Esta sustancia, secretada por las abejas obreras ha recibido, a causa de su uso, el nombre de jalea real o, incluso, «leche de abeja». Tiene un sabor azucarado y ácido, y una consistencia gelatinosa.

La jalea real contiene una gran proporción de agua, así como azúcares, proteínas, lípidos, minerales y vitaminas, y un gran número de sustancias como ácidos grasos 10-HDA (ácido 10-hidroxidecenoico) y 10-H2DA (10-hidroxi-2-decanoico).

Si bien todas las antiguas civilizaciones consumían jalea real, sus propiedades no se identificaron hasta hace unas décadas.

El contenido en 10HDA de la jalea real permite medir su calidad.

El própolis: Etimológicamente el nombre de própolis (o propóleo) se deriva del griego «pro» = delante, a la entrada y «polis» = ciudad. La utilización de esta sustancia se remonta a hace más de 2300 años y su característica más destacada es su riqueza en flavonoides (una familia de polifenoles). Las abejas obreras recogen esta sustancia resinosa en diferentes plantas o en la corteza de los árboles dañados, cuando el néctar y el polen aún no abundan. Se utiliza para recubrir y asegurar las paredes internas de la colmena, reforzar su estructura y cerrar fisuras. Así, el própolis protege la «casa» de las abejas contra las agresiones externas.

 

Su acción antibacteriana también ayuda a mantener la higiene de la colmena. Por este motivo se conoce al própolis como el «escudo natural» de las colmena.

La Miel: Líquida y azucarada, untuosa y perfumada, la miel tiene una fama milenaria. La miel se genera en el tracto aerodigestivo de las abejas a partir del néctar de las flores en las que liban. Este néctar se transforma, se combina con sustancias propias y se almacena en las celdillas de cera que conforman la colmena.

La  miel es el alimento de las abejas y se atesora en la colmena para servir de alimento durante la estación de carestía.

La miel es una sustancia compleja, formada por más de 180 elementos. Se compone sobre todo de azúcares, de los cuales los más importantes son la fructosa (38 %) y la glucosa (31 %), dos azúcares simples que no necesitan ser digeridos antes de absorberse, por lo que el cuerpo los asimila de forma fácil y directa. También contiene una gran variedad de componentes menores, entre ellos los ácidos fenólicos y los flavonoides, enzimas, glucosa oxidasa y catalasa, ácido ascórbico, carotenoides, ácidos orgánicos, aminoácidos, proteínas y alfa-tocoferol, además de más de 30 elementos minerales (calcio, sodio, magnesio, potasio,  cobre, manganeso, cloro...).

Para producir un frasco de 500 gramos de miel, las abejas tiene que hacer más de 17 000 viajes y visitar 8 700 000 flores.